Los hermanos Vargas, el pictorialismo y los nocturnos

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Los hermanos Vargas, el pictorialismo y los nocturnos

A finales del siglo XIX, cuando la fotografía dejó de ser una novedad y las primeras cámaras Kodak generaron una nueva clase de fotógrafos amateurs, algunas voces empezaron a criticar lo que consideraban la mera capacidad intrínseca de la cámara de reproducir con precisión la realidad. Estimulados por las críticas y deseosos del estatus concedido a las artes tradicionales, los fotógrafos buscaron crear imágenes más pictóricas y ‘artísticas’. Esto les llevó a desarrollar nuevas técnicas de impresión que lograban reproducir muchos de los efectos tradicionales de la pintura y del grabado. Este movimiento fue conocido como pictorialismo. Por el año 1900 fue el estilo predominante de ‘fotografía artística’, y mantuvo su popularidad mundial hasta finales de la década de los treinta.

Como los pictorialistas, los hermanos Vargas utilizaron una gran variedad de procesos de revelado y de retoque para crear sus retratos y nocturnos, especializándose en fotos viradas, bromóleos y fotóleos. Sin embargo, sería un error caracterizar a los hermanos Vargas como simples pictorialistas. Formados en un ambiente comercial, los Vargas nunca fueron doctrinarios y variaron su estilo según el tema y los gustos del cliente. A pesar de la marcada influencia pictorialista en la obra de los Vargas, es probable que para ellos las prácticas y los discursos elitistas del pictorialismo representaran ante todo una serie de recursos técnicos y estilísticos para diferenciarse de otros fotógrafos más comunes y pedestres.

Quizás la huella más clara del pictorialismo se puede notar en los nocturnos, una serie de fotos insólitas que tiene sus raíces en los comienzos del siglo XX, cuando, gracias al desarrollo de la tecnología fotográfica y al uso cada vez más generalizado de la electricidad, se abrió la posibilidad de tomar fotografías nocturnas. Los fotógrafos, entusiasmados por esta novedad, e intuyendo que las nuevas formas de iluminación pública harían desaparecer pronto y para siempre el mundo nocturno que habían conocido, se apresuraron a registrar los rincones más pintorescos de sus ciudades. En 1915, los nocturnos de Goyzueta en Lima y Montero en Piura fueron publicados en revistas nacionales, y poco después, los hermanos Vargas expusieron sus primeros nocturnos de Arequipa.

Si bien no fueron los primeros en tomar fotografías nocturnas, la calidad de su trabajo era sobresaliente. Ninguno de sus contemporáneos peruanos los superaba en técnica o intuición creativa. Como muchos otros artistas, escritores y compositores de la época, los hermanos Vargas sentían una fuerte atracción por la noche y se dedicaron a captar su poesía. Algunos de sus esfuerzos tienen carácter sentimental y costumbrista; otros, como los paisajes urbanos, pueden haber sido inspirados por los nocturnos de Goyzueta en Lima y Montero en Piura. Sin embargo, los Vargas pronto incursionaron en nuevos espacios. Inspirados en parte por el cine mudo, comenzaron a montar escenas elaboradas utilizando luz de luna, hogueras, fogatas, magnesio, farolas y postes de alumbrado. Estas imágenes teatrales requerían hasta una hora de exposición y una muy precisa atención al detalle. Los nocturnos tardíos, como las imágenes de Tingo, Cayma, la Av. Parra y La Cabezona, marcan el apogeo del arte de los hermanos Vargas. En estas espléndidas fotografías, que auguran el surrealismo y el film noir, los Vargas lograron crear un mundo de encantamiento y extraña belleza.