El último manierista en Potosí es Nicolás
Chávez de Villafuerte (activo en 1600). Dos pintores
españoles pertenecientes a las nuevas tendencias
son sus contemporáneos: Francisco López
de Castro y Francisco de Herrera y Velarde, este último
nacido en Extremadura. Castro está muy ligado a
la escuela Sevillana, siendo evidente en sus obras la
influencia de Murillo. Herrera, por el contrario, es un
discípulo de Zurbarán, gusta del claroscuro,
de la luz y de las sombras. La dureza de su estilo nos
recuerda al Caravaggio. Los maestros de esta generación
dieron origen a la escuela de Potosí, muy diferente
de las otras escuelas del Virreinato. El Collao y Cuzco
tienen una estética planista y prefieren los personajes
idealizados provenientes del manierismo. En esta época,
Charcas y Lima están en decadencia, por lo que
adquieren obras de artistas de Potosí y de Cuzco,
respectivamente.
Bajo la tutela de uno de estos maestros se formó
el pintor barroco más importante del Virreinato,
Melchor Pérez de Holguín. Se fue muy joven
a Potosí, y allí aprendió el arte
de la pintura. Nacido alrededor de 1660, firma su primera
obra en la Villa Imperial de Potosí en 1687. Nueve
años más tarde, ya cuenta con un taller
propio en esta ciudad. La obra de Holguín puede
ser seguida paso a paso hasta 1732, año en que
firma su último cuadro. Contrajo matrimonio y tuvo
descendencia en Potosí y al parecer jamás
dejó esta ciudad. Incluso sus obras que se encuentran
en La Plata (Sucre) fueron firmadas en Potosí.
A su muerte, deja numerosos discípulos e imitadores
y un siglo más tarde será recordado bajo
el sobrenombre de "Brocha de oro". Considerando
las obras de Holguín en su conjunto, nos llama
la atención su composición, su tendencia
a achatar los personajes y su universo. Este estilo de
achatamiento, a veces llevado al extremo de lo inverosímil,
sobre todo en sus cuadros de gran tamaño, da fuerza,
firmeza y originalidad a su pintura. Sin duda alguna,
en ningún otro lugar del mundo más que en
los Andes, región dura, salvaje, ruda, rodeada
de altos nevados, en donde el viento sopla y la vida,
casi desconocida, se oculta en sus formas más elementales,
podríamos encontrar una tal estilización.
Aquí, el hombre se siente aplastado por la naturaleza,
por su hostilidad y su inmensidad, se siente insignificante
y se refugia en las profundidades de su espíritu,
solo frente a Dios, Todopoderoso.
Podemos distinguir tres etapas en la obra de Holguín.
La primera se caracteriza por tonos grises y temas inmutables:
asambleas y ascetas. Hacia 1708 su pincel se ilumina con
las grandes composiciones de San Lorenzo . La serie de
La Merced , en Sucre, pertenece a este período.
A partir de 1714, sus pinturas se hacen más delicadas,
sus personajes más achatados. De esta época
datan sus diferentes series de evangelistas, las Santas
Familias rodeadas de paisajes idílicos, obras en
las que se observa la influencia flamenca.
Una de sus obras más representativas del primer
período es la del Cristo alimentando a San Pedro
de Alcántara . El personaje de San Juan de Dios
, rodeado de flores y de pan, es característico
de su estilo realista. La soltura del pincel y las magníficas
expresiones de los personajes hacen de esta pintura una
obra maestra. Entre los evangelistas, se debe mencionar
a San Juan y, entre las Santas Familias, a la Virgen Lavandera.
El discípulo más destacado de Holguín
es Gaspar Melchor de Berrío, nacido en 1708 en
el pequeño pueblo de Puna. En sus primeras obras,
sigue de cerca a su maestro, pero con el tiempo crea su
propio estilo, ligado a las escuelas de Cuzco y del Lago
Titicaca. Sus cuadros de transición, como ser El
Patrocinio de San José en el convento de Santa
Mónica de Potosí, describen dos mundos diferentes,
uno terrestre, en el cual los personajes están
estructurados a la manera de Holguín, el otro celestial,
con figuras brillantes y más convencionales, recordando
las escuelas de Cuzco y del Collao.
Berrío abandona luego el estilo de Holguín
para dedicarse a una pintura convencional, revestida de
oro. Es un maestro singular, que trabaja hasta 1761. Sus
mejores obras son La Adoración de los Pastores
y La Coronación de la Vírgen.
El indígena Luis Niño es contemporáneo
de Berrío. Estudia y obtiene el título de
pintor y escultor en madera, oro y plata. Dos de sus obras
son conocidas, representando ambas a la Virgen de Sabaya
que reflejan el gusto indígena convencional al
que también se sumó Berrío. La Virgen
de la Victoria , en Málaga, permite comprender
el estilo de Niño y la nueva estética de
un barroco americanizado. Niño trabajó para
el Obispo de Charcas y para los mitayos de la iglesia
de San Lorenzo, indígenas como él. Los otros
discípulos de Holguín son imitadores desprovistos
de genio. Podemos citar a Nicolás Ecoz y a Joaquín
Carabal. Los anónimos que copian a los personajes
de Holguín son numerosos.