Los estilos de la pintura colonial en Bolivia

El manierismo

El barroco

La escuela de Potosí

La escuela del Collao

La pintura popular

El estilo neoclásico

Técnicas de la pintura colonial

Los Ángeles de Calamarca

 

El manierismo

El manierismo apareció alrededor de 1590, con la llegada de varios pintores italianos impregnados de las ideas de Zuccari, del arte de Vasari y de la influencia tardía de Miguel Angel. Anteriormente, el manierismo estaba presente por intermedio de grabados flamencos e hispano-flamencos: pequeñas obras de arte, fácilmente transportables, introducidas por los primeros conquistadores y que todavía se pueden encontrar en nuestros museos. De acuerdo a nuestros conocimientos actuales, ninguna influencia indígena puede ser detectada en las pinturas de este primer período. Sin embargo, a fines del siglo XVI, Guamán Poma y otros españoles arcaizantes como Diego de Ocaña, establecieron un estilo caracterizado por cierto planismo e ingenuidad, que se mantendría durante todo el período del Virreinato.

El manierismo es una de las tendencias artísticas más importantes de América Latina. Podríamos decir que el Renacimiento no llegó a este continente. La pintura del Virreinato recibió la influencia directa de Zuccari y de Vasari, y la arquitectura, la de Sebastian Serlio. En lo que concierne a la pintura, esta influencia fue introducida por el jesuita Bernardo Bitti (1575), Mateo Pérez de Alesio (1588) y Angelino Medoro (1600). Unicamente Bernardo Bitti vivió en Charcas, trabajó en las misiones jesuitas del Lago Titicaca, especialmente en Juli. Vivió en La Paz, Potosí y Chuquisaca y envió sus obras a Santa Cruz de la Sierra. Medoro y Alesio ejercieron su influencia a través de sus obras y de sus discípulos.

 

 

Bitti es el pintor más importante de América del Sur en el siglo XVI y a principios del XVII. Tenía 28 años cuando llegó a América y murió en Lima (Perú) en 1610. Sus obras muestran personajes idealizados, cuidadosamente estructurados, cuyas actitudes y costumbres nos recuerdan a Miguel Angel. Los rostros, en particular los de la Vírgen, son tan dulces como los de Rafael. Su colorido es contrapuesto y no es extraño encontrar sombras verdes sobre paños ocres. Prefiere los colores verde y azúl. Su sentido de las proporciones, como en el caso del Permegianino y del Greco, muestra un arte refinado. Bitti trabajó la mayor parte del tiempo en pueblos indígenas y en centros urbanos que reagrupaban a extensas poblaciones igualmente indígenas, como ser Cuzco y Potosí. Este es el motivo por el cual su pintura ejerció una gran influencia en el arte popular de estos territorios. Sus obras luminosas gustaban a los indígenas, quienes también preferían los personajes idealizados y los rostros estereotipados. Las escuelas de arte indígena más importantes, las de Cuzco y del Collao, mostraron cierta reticencia hacia el realismo y el claroscuro, lo cual se puede en parte explicar tanto por la influencia de Bitti, como por las tradiciones incaica y tiahuanacota, en las que el arte era estilizado y carecía de realismo.

Uno de los seguidores más cercanos de Bitti es Gregorio Gamarra, activo entre 1600 y 1630. Trabajó la mayor parte del tiempo para los franciscanos y sus obras se conservan en La Paz, Cuzco y Potosí. Gamarra es un pintor manierista de la generación de Padilla y Montúfar. Estos maestros se caracterizan por la precisión de su dibujo y sus colores secos. Gamarra es el más sobresaliente de ellos y en sus últimas obras, entre ellas La Epifanía (Museo de La Paz), se puede percibir la influencia de grabados flamencos y del claroscuro. Se debe mencionar en particular a la Virgen con la cabeza inclinada, típica de las obras de Bitti, el costurero en primer plano y, a un costado de la firma, la cabeza del perro que, por más paradójico que parezca, es sin duda alguna un autorretrato. La Virgen de Guadalupe , del monasterio franciscano de La Paz, datada de 1609, debe su iconografía al jerónimo Diego de Ocaña, a quien se le atribuye la introducción de este culto a Charcas.

Los artistas, desde Bitti hasta Ocaña, eran trashumantes y es así que se los veía tanto en Lima como en Cuzco o en Potosí. Pintores, escultores y arquitectos atravesaron las tierras altas de norte a sur, realizando diferentes obras. Estos continuos vaivenes contribuían a la unificación de los conceptos artísticos en todo el Virreinato. Es igualmente en esta época que fueron establecidos los principios de las diferentes escuelas artísticas y que los artistas indígenas aprendieron su arte de los europeos. La influencia de Bitti sobre Cusi Guamán es evidente. El indígena Pedro de Loayza trabajaba en el taller de Medoro y el escultor Tito Yupanki se trasladó a Potosí para tomar lecciones con el español Diego de Ortiz.